Patty Loveless - Up Against My Heart (1991)

Patty Loveless - Up Against My Heart (1991) - 4.2 out of 5 based on 5 votes

Ratio: 4 / 5

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Patty Loveless -  Up Against My HeartUp Against My Heart, sería el último disco de Patty Loveless para MCA, una compañía en la que hacía tiempo que no se sentía cómoda y que, quizás previendo el próximo final de la relación, pospuso tanto su salida al mercado que perjudicó seriamente su promoción. Acabó viendo la luz cuando la gira de Loveless que debía apoyar el lanzamiento del disco casi había acabado, convirtiéndolo en el trabajo menos exitoso de la de Kentucky hasta la fecha. Les devolvería la pelota cuando dejara MCA para fichar por Epic al llevarse con ella a su marido, y coproductor de Up Against My Heart junto a Tony Brown, Emory Gordy Jr. a la nueva compañía, donde juntos conseguirían las mejores cifras de ventas de su carrera.

Manteniéndose firmemente cercana a los sonidos tradicionales no tiene reparos para incorporar elementos más contemporáneos. El disco arranca con los celos que siente la protagonista del orgulloso y amenazante country-rock “Jealous Bone”. Se calma en “Nobody Likes You Like I Do”, un pausado Honky Tonk con aires de las montañas que la vieron nacer, para sonar todavía más sencilla y profunda en “I Already Miss You (Like Your’re Gone)”, cuando se reduce la instrumentación que la acompaña es cuando la voz de Loveless brilla en todo su esplendor. Loveless se pone a la estela de Patsy Cline con la soberbia “Can’t Stop Myself from Loving You”, y pocos elogios se pueden hacer mejores a una vocalista de Country que colocarla a la altura de un auténtico mito del estilo como Cline.

Para este trabajo cuenta con una serie de grandes nombres como colaboradores en los coros. Por un lado Deborah Allen en el medio tiempo con un cierto deje CountrypolitanHurt Me Bad (In a Real Good Way”. No es la primera vez que Vince Gill aparece en los títulos de crédito de un disco de Loveless, aquí colabora en “I Came Straight to You”, donde el peso de la instrumentación recae sobre el fiddle de Stuart Duncan y la Steel Guitar de Paul Franklin, como el resto de músicos que participan, lo mejor disponible en Nashville. En la animada “Waitin’ For the Phone to Ring” es Dolly Parton quien apoya vocalmente a Loveless, mientras que cierra el disco con Lyle Lovett, también autor, al que podemos escuchar en “God Will”, donde Dios es el único que perdona y ama a la pareja cuando ella no está dispuesta a hacerlo tras haber sido traicionada. Por cierto, un curioso cambio de género en los pronombres respecto a la letra original de Lovett convierte a Dios en femenino bastantes años antes de que se escribiera el Código da Vinci.

Una vez más, a pesar de la poco agradable relación con su compañía, la honestidad y sinceridad que transmite la voz de Loveless se impone a cualquier traba. Una artista en la que, interpretativamente, se pueden apreciar sus raíces en los Apalaches lo que la hace mantener ese punto de originalidad frente al Country más urbano y mantiene el disco fresco pese a los años transcurridos, como el aire que baja de las montañas nevadas donde nació y creció.

 

Wayne Hancock

Wayne Hancock - 4.4 out of 5 based on 9 votes

Ratio: 4 / 5

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Nacido el 1 de Mayo de 1965 en Dallas, Texas, Wayne “the Train” Hancock forma parte de esa rara especie de músicos tradicionalistas, que inyecta una energía y pasión a su música retro que hace que sus canciones nunca se conviertan en una pieza de museo como la música que intenta preservar. Frecuentemente comparado con Hank Williams, va mucho más allá, merced a su afinidad con el Rockabilly, Western Swing, Blues e incluso Old-Time en la estela de Jimmie Rodgers. 

Tras seis años sirviendo en el ejército, por fin pudo concentrarse en su carrera musical a partir de 1991. Su oportunidad llegó al aparecer en el musical Chippy, una pieza teatral producida por Jo Harvey Allen y su marido Terry Allen, donde compartía escenario con otros músicos texanos más asentados como Joe Ely y Robert Earl Keen, y en cuya banda sonora se incluyeron dos de sus composiciones. La pequeña discográfica independiente Dejadisc decidió arriesgarse con él y editó el que sería su primer álbum Thunderstorms and Neon Signs que, a pesar de lo limitado de su distribución, consiguió vender la muy respetable cifra de 20.000 copias gracias al boca a boca. El cierre de Dejadisc le llevó hasta Ark 21 que reeditaría su disco debut y lanzaría sus siguientes trabajos donde profundizaría en el Rockabilly, Swing y Country-Boogie. Un nuevo cambio de discográfica le llevaría a Bloodshot, sin que ello significara la pérdida de sus señas de identidad. 

Su devoción por los sonidos clásicos del Country y de los estilos que están en sus raíces, junto con su aversión por la fábrica de éxitos de Nashville, le han valido un leal grupo de seguidores del Country alternativo de ambas puntas del espectro, la Country y la Rock, además de una acogida entusiasta de todos y cada uno de sus discos por parte de la crítica especializada. Todos ellos producidos por la leyenda de la steel-guitar (y padre de Natalie Maines de las Dixie Chicks), Lloyd Maynes. 

Discografía de Wayne Hancock

1995 - Thunderstorms and Neon Signs     ( Dejadisc/ARK 21 )
1997 - That's What Daddy Wants ( ARK 21 )
1999 - Wild, Free & Reckless ( ARK 21 )
2001 - A-Town Blues     ( Bloodshot )
2003 - Swing Time     ( Bloodshot )
2006 - Tulsa     ( Bloodshot )
2009 - Viper of Melody     ( Bloodshot )
2013 - Ride    ( Bloodshot )

 

Página Web de Wayne Hancock

http://www.waynehancock.com/


 

Gary Allan - Alright Guy (2001)

Gary Allan - Alright Guy (2001) - 3.4 out of 5 based on 7 votes

Ratio: 3 / 5

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Gary Allan - Alright GuyEn su cuarto trabajo (segundo para MCA, tras el magnífico Smoke Rings in the Dark) Gary Allan reafirma una personalidad de hombre muy hombre con sentimientos que le identifica y le diferencia de las inacabables listas de artistas de rasgos desdibujados, por no decir clonados. Algo que el mercado empezaba a aceptar, tras el éxito de Smoke Rings in the Dark, y que se pone de manifiesto en los dos singles de más éxito de Alright Guy: el medio tiempo y primer número uno de su carrera “Man to Man”, en la se encara con el hombre que compartió vida con su actual pareja que, con su comportamiento, fue el único culpable de que ella le dejara y al que asegura que no la volverá a ver porque ahora tiene lo que necesita (que por supuesto le da él en persona), y la romántica balada de densa producción, con tanto eco que le acaba robando frescura, “The One”, que alcanzaría el tres, con la que pretende tranquilizar a la mujer amada dándole el tiempo que necesite hasta que se convenza de que él es “el definitivo”.

Una personalidad que no tiene problemas en sacar a relucir una vez tras otra, incorporando algún giro, como el que sea el amor de la chica (aunque el protagonista de la canción sea un veterano del ejército) lo que vaya a convertirle finalmente en hombre en la tan pretendidamente orgullosa como insustancial “Man of Me”, primer single del disco, que se quedaría en el puesto dieciocho en listas, con poco que deber al Country salvo el twang en la voz en Allan y algún tímido acorde de fiddle y/o steel perdido entre golpe y golpe a la batería, ¿qué habrá hecho la pobre para que la peguen así?

Sorprende como solvente crooner en la balada “Adobe Walls”, con una interpretación tan relajada como sensual, y a la que el añadido de un clarinete le aporta un toque muy especial. No pierde del todo el contacto con el Country de corte neotradicionalista con el que arrancó su carrera merced a temas como el animado neo-Honky Tonk, aunque lo sobrecargue de capas de producción, “What’s on My Mind” o la alegre “I Don’t Look Back”. Lucha contra la tentación en “The Devil’s Candy” donde el protagonismo instrumental sí recae sobre fiddle y steel, aunque de nuevo una batería demasiado evidente apague su rabia y sus lágrimas. Afortunadamente en la calmada versión del que fuera número uno para Earl Thomas Conley “What I’d Say” los instrumentos tienen el espacio suficiente para explayarse, entre los mejores cortes del disco junto a “Adobe Walls”.

Aunque nacido en California siempre he pensado que a Allan le va más la escena texana que Nashville. Una idea que se confirma al encontrarle versionando temas de dos de los más respetados autores texanos como la divertida y subida de tono “Alright Guy” de Todd Snider, con el característico regusto áspero del Estado de la Estrella Solitaria, y cerrando el disco con “What Would Willie Do” de Bruce Robison, convertido casi en una plegaria a Willie Nelson pues la solución a cualquier problema es encontrar respuesta a la pregunta ¿Qué haría Willie?

A medida que suma millas al camino Gary Allan va añadiendo nuevas texturas a su música que quizá le alejen del corazón de la música Country, aunque lo cierto es que lo hacen casi tanto como de la línea marcada por el mainstream dominante en Nashville.

 

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