Ryan Adams - Jacksonville City Nights (2005)
Merced a su incuestionable talento y relativo éxito, unido a una crítica especializada rendida a sus pies, Ryan Adams se ha ganado el puesto de figura más importante del llamado Country Alternativo (un apelativo que no le gusta ni a él), habiendo demostrado su eclecticismo, heterodoxia y capacidad compositiva desde su prometedor, aunque nunca del todo confirmado, debut con el grupo Whiskeytown.
El año 2005 fue especialmente atareado para Adams pues Jacksonville City Nights no es más que el segundo de los tres lanzamientos que hizo aquel año, en un pretendido intento de obra monumental, que empezó con el melancólico doble disco Cold Roses y acabó con 29, el más débil con diferencia de los tres. Adams da la impresión de estar más concentrado en sacar discos al mercado que expongan al público el producto de su hiperactividad que en estar pendiente de la calidad de ese producto, convirtiendo el seguir su obra en una carrera de resistencia que además no siempre se ve recompensada para el paciente aficionado a su música. Pero así es él.
Jacksonville City Nights es su trabajo más cercano a las raíces del Country, aunque con claros añadidos del Rock setentero… y es que la sombra de Gram Parsons es muy alargada. La agridulce “A Kiss Before I Go” entre los mejores del disco, y “The End”, en la que Adams recuerda su ciudad natal, la Jacksonville (Carolina del Sur) del título del álbum, apuntan a los mejores momentos Honky Tonk del mencionado Parsons.
Pero el álbum en su conjunto es menos Honky Tonk que lo que la portada, claramente inspirada por álbumes de los sesenta y esos primeros cortes parecen apuntar. La instrumentación se mantiene contenida, con profusión de instrumentos acústicos, algún ocasional piano y ritmos pausados, llevados en ocasiones casi hasta el susurro o el silencio absoluto como en “Withering Heights” y “Don’t Fail me Now” con el añadido de unos acordes que nos transportan a Irlanda. La mayor parte del disco tira más hacia esa frontera indefinida de la música de autor entre el folk y el rock, con el peso puesto en las letras, consiguiendo por el camino momentos de introspección y brillante desesperanzada melancolía como en el dúo con Norah Jones “Dear John”, tan destacable como la delicada balada de amor imposible “Silver Bullets”, realmente estremecedora. Bastante más animada la inquietante “Trains”. Y es que, independientemente de su ritmo, el hilo conductor de las canciones gira en torno a las que parecen ser dos verdades absolutas para Adams, como lo han sido para tantos Honky Tonkers de raza, perder un amor que seguramente ni te merecías… para a continuación perderte tú mismo en el fondo de un vaso de whiskey.
Anunciada como extra, el disco se cierra con el único tema que no firma el propio Adams, una muy destacable y personal versión de “Always on My Mind” que ha sido cantada desde Elvis a Willie Nelson.
Quizá las amplias influencias de Ryan Adams, evidentes en Jacksonville City Lights en su vertiente más Country, alejen a los aficionados más puristas de un disco que contiene perlas más que suficientes como para ser destacado. Aunque si alguna vez Adams consiente en que le ayuden a descartar sus temas más débiles quizá consiga por fin lanzar esa obra maestra imprescindible que parece predestinado a hacer desde hace años.