¿Por qué una artista que ha conseguido el éxito en Broadway decide abrirse camino en el difícil mercado Country en vez de ir a lo fácil y centrarse en el Pop o la música contemporánea? Quiero pensar que porque ama el estilo y porque lo siente. Laura Bell Bundy ya editó de forma independiente un primer disco en 2007 Looking for a Place Already Gone, que fue descrito como un cruce de caminos entre Dolly Parton y Gretchen Wilson. Que, como Achin' And Shakin', básicamente lo que consiguió fue descolocar a los que la conocían por su papel en los exitosos musicales Legally Blonde, Wicked y Hairspray.

Achin’ and Shakin’ supone su primer trabajo para major (Mercury) y no se puede negar que Bundy tiene una expresiva y muy buena voz que no necesita demasiados adornos de producción para sonar firme, segura y, sobre todo, identificable, algo que se da por hecho cuando has sido nominada a un premio Tony.

El disco se presenta dividido en dos partes bien diferenciadas (incluso incluye dos libretos, uno para cada parte). Por un lado en las seis canciones de Achin’, a ritmo muy pausado, casi íntimo, nos habla de relaciones rotas, de dolor, tristeza, soledad e incluso deseos de venganza, canciones que en sus letras pueden recordar a grandes del Country, como “Curse the Bed” en la que se propone hacer una gran hoguera con todos los recuerdos que le quedan. También destacan la delicada “Homecoming Queen”, y el más acústico de los cortes de esta primera mitad y por extensión de todo el disco, “When It All Goes South”. Sin embargo es en “Please” donde parece sonar más relajada y natural, sin empujar su voz y su acento a terrenos camperos.

Por otro lado en Shakin’ el ritmo sube exponencialmente con historias en las que lo mejor de haber perdido un amor es empezar de nuevo y encontrar uno nuevo. “Giddy On Up” fue editada como single y entró tanto en las listas de Country como en las de Hot Dance Club Play, y es que es más que adecuada para sonar en discotecas, un tema que, de todas formas, no marca el tono del disco y que ha convertido a Bundy en la primera artista que debuta con su primer single en ambas listas. En el resto de esta segunda mitad siguen dominando sonidos que apuntan al Soul, incluyendo multitudinarios coros quasi-gospel que alcanzan su máxima expresión en “I’m No Good (For Ya Baby)” y “Everybody”. Encontramos un Country-Rock en “Rebound” y podemos comprobar que Dolly Parton es realmente una de sus referencias en el inicio de “If You Want My Love”, que empieza como un saltarín tema montañés, para continuar con un estribillo popero y acabar como un desatado Gospel.

Soy capaz de reconocer los méritos de Laura Bell Bundy como intérprete, y por su valentía al exponerse al mercado Country con un disco diferente que además me ha gustado, especialmente la primera mitad. Pero alguien tendría que explicar qué tiene este lanzamiento para merecer ser catalogado como Country, aunque se pueda percibir que Bundy realmente sabe bastante sobre el género, por lo menos bastante más que otras rubias que dominan las listas actualmente… porque nacer en Kentucky, tener un cierto twang en la voz, un par o tres de temas que pueden entrar sin problemas en el estilo, y la aparición ocasional de alguna steel, fiddle o banjo perdido entre efectos de producción y percusiones y guitarras estridentes, a mí, no me parece suficiente.

Tras pasar por Capitol y MCA, Merle Haggard fichó por Epic en 1981. Su primera sesión de grabación con la nueva compañía fue tan fructífera que dio para completar dos álbumes. El primero en ver la luz sería Big City, al que seguiría Going When the Lonely Go un año después.

Sólo Haggard podía superar con un disco como éste al Country-Pop que dominaba el 'mainstream' a principios de los ochenta (sí, lo que ahora vivimos ya ha pasado antes en el mercado Country). Country en estado puro, con the Hag especialmente inspirado en la composición (sólo dos temas no llevan su firma) y sin que ninguno de los cortes pueda ser acusado de estar de relleno. Consiguió el reconocimiento que se merecía pues le reportó el premio de la ACM al mejor intérprete masculino, siete años después de su anterior galardón, y el premio de la CMA al mejor álbum del año.

El hilo conductor del disco parece concentrarse en el agobio de las grandes ciudades y la vida moderna, opuesto a la liberación que supone la sencilla vida rural, algo sobre lo que Merle escribe y canta como nadie. Así en la canción que da título al álbum, “Big City”, y que consiguió colocarse en el número uno de la lista Billboard de singles nos dice: 

Estoy cansado de esta vieja y sucia ciudad.
Y cansado de demasiado trabajo y nunca suficiente diversión.
Y cansado de estas viejas y sucias aceras (...)
Dejadme ir, liberadme
en algún lugar en medio de Montana.(...)
Quedaos con vuestra jubilación y lo que llamáis Seguridad Social. (...)
He estado trabajando desde los veinte años
y no tengo nada a lo que llamar mío.
Hay quien nunca ha trabajado y tiene de todo.
Creo que es el momento de que los que son como yo se diviertan.

Para alguien que ha sido tachado de conservador prácticamente toda su vida, no está mal. Un ansia de libertad a la que sigue cantando en “Good Old American Guest”, haciendo uso de la romántica figura del hobo, donde se propone recorrer EEUU como vagabundo en trenes de mercancías. Un ideal que se transforma en añoranza por los viejos tiempos en “Are The Good Times Really Over (I Wish A Buck Was Still Silver)”, queriendo volver a cuando “el country dominaba / antes de Elvis. (...) / Desearía que un Ford y un Chevy / todavía duraran diez años como solían. / Lo mejor de vivir en libertad todavía tiene que llegar”, un tema que subió hasta el segundo puesto en listas. La culminación llega con la versión del clásico de 1957 “Stop the World (and Let Me Off)” que, aunque hable de que no puede soportar seguir perdiendo en el juego del amor, no es difícil ponerla en un contexto en que hay muchas más cosas como para pedir que se pare el mundo porque uno quiere bajarse.

Acompañado por su banda, the Strangers, en plena forma y con la que comparte protagonismo en muchos de los cortes, hace evidente su pasión por el sonido de los twin fiddles, cuyo mejor ejemplo lo encontramos en la alegre y festiva “Texas Fiddle Song”, a ritmo de la tradicional “Cotton-Eyed Joe” y firmada por la que era su mujer por entonces, la también cantante que le acompaña en los coros del disco, Leona Williams.

Haggard se muestra excepcional en las baladas. Ya sean románticas como “My Favorite Memory”, que sería el segundo número uno que produciría Big City, “This Song Is Mine” y el excelente broche final del disco con “I Always Get Lucky with You”, que si llegáramos a pensar que en realidad habla de una prostituta cambia completamente su significado. O de triste destrucción del amor en “You Don’t Have Very Far to Go”, una auténtica joya que compuso en 1964. Más animada, tras desear morir después de haber sido abandonado, “I Think I’m Gonna Life Forever”, donde cree que vivirá para siempre porque “sienta tan bien dejar de estar enamorado de ti”.

Big City es un álbum a la altura de los imprescindibles trabajos de Merle Haggard en la década de los sesenta. Se merece un calificativo que me suele costar mucho aplicar: obra maestra. Aunque reconozco que, tratándose de Merle, me cuesta un poco menos.

Por último, en la reedición en CD de 1999 de la serie Collectables se añaden dos temas extras inéditos hasta entonces, un dúo con Roger Miller "I Won't Give Up My Train", resaltable por lo que supone escuchar juntos a dos legendarias figuras del Country y “Call Me” que, en cambio, no aporta nada especial y se entiende por qué permanecía inédita.