Dale Watson ya lleva muchos
años como abanderado del Country tradicional, centrando su estilo en el Honky Tonk sin concesiones y con reminiscencias Bakersfield de los 60 y 70, aunque permitiéndose aventuras hacia la música de camioneros, “The Truckin’ Sessions” (1998), el Rockabilly, “Dalevis” (2003), el Swing, “One More Once More” (2003) o el Honky Tonk sesentero, el polémico "The Little Darlin' Sessions" (2007).
En este trabajo se nos presenta mucho más serio de lo habitual, ya desde la portada, en tonos sepia, con un Watson erguido que nos mira con severidad, y de fondo un cementerio. Con mensaje subliminal incluido, en una de las lápidas se puede leer Country Music R.I.P.
Aquí no es tan fácil encontrar a Merle Haggard como en otros trabajos suyos… el espíritu de Johnny Cash es el que impregna el disco desde el principio hasta el final. Y es que las canciones se grabaron en una cabaña que fuera propiedad del propio Cash. Los fraseos de Watson se convierten en sentencias y son subrayados por enérgicos golpes instrumentales, entre los que se llega a incluir el trombón, consiguiendo aún más solemnidad para sus mensajes.
El tema que da título al disco podría llevar perfectamente la firma de Cash, lo mismo que se podría decir de “Justice for All”. La animada y espectacular “Runaway Train”, que cierra el CD, es directamente un homenaje al Hombre de Negro, incluyendo alusiones a algunas de sus canciones como “Hey Porter” o “Folsom Prison Blues”. También podemos encontrar esencias Outlaw en "You Always Get What You Always Got", compuesta junto a Gail Davies, el hijo de ésta Chris Scruggs y Chuck Meade (de BR549), donde tanto la guitarra como la interpretación evocan al mejor Waylon Jennings. La alegre y divertida “Hollywood Hilbilly” es la única concesión al estilo más habitual de Watson, pese a seguir recordando al Hombre de Negro, de nuevo presente en la letra, junto a Willie Nelson, Hank Williams y Lefty Frizzell.
Qué decir de las baladas. "It's not over now" pone la piel de gallina. Como lo hace la inquientante “Tomorrow Never Comes” que no necesita efectos de producción para evocar una tormenta, unos sutiles toques de percusión son suficientes. El acompañamiento acústico de “Why Oh Why Live a Lie” evoca a la tradición montañesa que tanto agradaba a Cash. La letra del medio tiempo "Time Without You" es uno de los lamentos por el amor perdido más desgarradores que he escuchado en mucho tiempo: "I curse my healthy heart for keeping the blood runnin' through my veins / I open my eyes each morning and I regret to greet the day" (Maldigo mi sano corazón por mantener la sangre corriendo en mis venas / Cada mañana abro mis ojos y me arrepiento de saludar al día). Estaba intrigado por el título y la letra de “Yellow Mama”, difíciles de entender… hasta que descubrí que ése es el apelativo de la Silla Eléctrica del Estado de Alabama, que reclama al protagonista de la canción quien, ante la tumba de su padre, se arrepiente de “no haber dejado marchar” a su amante.
Sólo diez canciones y menos de treinta minutos de música. Incluso en ese detalle al viejo estilo. Suficientes para destilar y concentrar la esencia de la música Country y, de paso, para ofrecer el mejor homenaje posible a Johnny Cash, casi sin pretenderlo y sin necesidad de cantar ninguna de sus canciones, pues hay que remarcar que todas y cada una de las aquí incluidas llevan la firma del propio Watson.