Dwight Yoakam - Dwight’s Used Records (2004)

Dwight Yoakam - Dwight’s Used Records (2004) - 3.8 out of 5 based on 9 votes

Ratio: 4 / 5

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Estamos ante uno de esos discos a los que Dwight Yoakam nos tiene acostumbrados mientras hacemos tiempo esperando un lanzamiento 100% original (al estilo de lo que ya hizo con La Croix d’Amour, dwightyoakamacoustic.net o el editado en 2003 para cumplir con su contrato con Warner In Other's Words).

Aquí se recopilan una serie de colaboraciones de Yoakam que han ido apareciendo en discos de diverso pelaje. Como “I’m Bad, I’m Nationwide”, que lo hiciera en el homenaje Country a ZZ Top de hace unos años. O sus dúos con Deana Carter, la delicada y con evidentes concesiones pop “Waiting” y Heather Myles, la melancólica de aires fronterizos “Little Chapel”, que formaban parte de sendos discos de éstas.

Podemos encontrar algún tema nuevo como “the Loco-motion”. La versión que aquí se casca de un tema tan archiconocido como el de Little Eva es, sencillamente, genial. O dos versiones consecutivas de la misma canción, “Paradise” de John Prine, que la capacidad de Yoakam para darle la vuelta a un tema como si fuera un calcetín las convierte en completamente diferentes una de otra. Por otro lado la versión del clásico del blues “Mercury Blues” de K.C. Turner demuestra que la música del Mississippi tampoco le es ajena. Este tema, pese a haber sido cantado (entre muchísimos otros) por la Steve Miller Band en los 60 y que Alan Jackson countryficó totalmente para llevarlo al número uno en 1992, en la voz de Yoakam se convierte en algo que tienes la impresión de escuchar por primera vez.

Encontramos a Yoakam cómodo en entornos acústicos y montañeses como en el delicioso dúo junto a Ralph Stanley en el tema de éste “Down When the River Bends”, favor que Stanley le devuelve en otra interpretación no menos destacable del “Miner’s Prayer”, del propio Yoakam, y que éste ya incluyera en su disco de 1986 Guitars, Cadillacs, etc…. Ambos cortes han sido extraídos del grandísimo disco de Stanley Saturday Night & Sunday Morning. Con la Nitty Gritty Dirt Band se enfrenta a “Some Dark Holler” y la maravillosa “Wheels”, ambas procedentes del tercer volumen de la magna obra que supone cada lanzamiento de la serie Will the Circle Be Unbroken.

Evidentemente no pierde oportunidad de sentar cátedra Honky Tonkera, su entorno natural, con “Stop the World (and Let Me Off)” de Waylon Jennings, “If You Were Me (and I Were You)” de Webb Pierce o “Understand your Man” de Johnny Cash, cada uno de ellos proveniente del correspondiente disco de homenaje al autor.

Aunque sea un disco de “parches” y predominen las versiones, estamos hablando de Dwight Yoakam, todas y cada una de ellas llevan su sello inconfundible y se transforman en indudablemente 100% Yoakam. Consiguiendo que, pese a la diversidad de estilos y procedencias de los temas que componen el disco, éste mantenga una gran coherencia merced a la capacidad infinita de Yoakam de apropiarse de cualquier canción a la que aplique su inconfundible voz.

En mi opinión uno de los mejores (sino el mejor) versionador de la escena Country. Si exceptuamos su “Crazy Little Thing Called Love” de Queen, pero todo el mundo tiene un mal día.

 

Dwight Yoakam - Blame the Vain (2005)

Dwight Yoakam - Blame the Vain (2005) - 3.7 out of 5 based on 10 votes

Ratio: 4 / 5

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Dwight Yoakam nos tiene acostumbrados últimamente a espaciar sus entregas hasta dos años, lo que hace que esperemos sus discos con más interés de lo habitual. Ya carga sobre sus espaldas una larga carrera desde que se introdujera en los ambientes musicales de Los Ángeles a finales de los 70.

En este disco, por primera vez desde el lejano A Long Way Home (1998), todos los temas llevan la firma del propio Yoakam, que nos transporta a un mundo de decepciones, melancolía y relaciones y corazones rotos.

Quizá sea la prudente distancia que coloca entre Nashville y él lo que le ha mantenido ajeno a las tendencias de la Industria e intacta su capacidad de sorprender con los discos que ofrece. En Blaim the Vain se enfrentaba al reto de grabar un disco por primera vez sin la colaboración de su, hasta ahora, inseparable Pete Anderson. Sólo Skip Edwards a los teclados y la steel guitar (presente en cinco de las doce canciones) sobrevive de su anterior trabajo, Population Me (2003). Sin Anderson, también habitual productor de sus discos, es el propio Yoakam quien asume ese papel. El sonido del disco está presidido por la guitarra de Keith Gattis, miembro de su banda de directo, y es en el guitarreo, especialmente en los temas más movidos, donde se aprecian las principales diferencias, ganando en densidad frente a discos anteriores.

Arranca el disco con el tema que le da título, “Blame the Vain”, donde a medio tiempo empieza culpando de haber sido abandonado a la vanidad de la mujer que le dejó, para, tras agotar las excusas, acabar culpándose a sí mismo. En “Lucky that Way” nos encontramos con el Yoakam sensible, que sabe cómo llegar al corazón, mostrándose afortunado por haber vivido una vida plena, pese a la tristeza del destino. En el primer single del disco “Intentional Heartache” la protagonista rock’n’rollea por la interestatal-95 con destino a California, dejando atrás a un hombre que se intuye no precisamente un angelito, el final de la canción lo lidera la guitarra desatada de Gattis apoyando a un Yoakam declamante. El ritmo se tranquiliza otra vez con “Does it Show”, donde aparece un hombre lleno de dudas ante una relación. En “Three Good Reasons” se acerca al sonido Bakersfield que le ha caracterizado en tantas de sus canciones y nos ofrece la genial linea “I´ll give you three good reasons for leavin’… and number one is that I’ve forgotten number two” (te daré tres buenas razones para dejarte… y la primera es que he olvidado la segunda).

Una vez más la tristeza se apodera del oyente con “Just Passin’ Time” donde el arranque de la batería no deja de recordar a los latidos de un corazón solitario y los solos acústicos del propio Yoakam y de Gerry McGee ayudan a crear el perfecto acompañamiento para una canción ciertamente destacable. Con “I’ll Pretend” vuelve el sonido Bakersfield y la steel guitar tiene una pequeña oportunidad para lucirse, en este caso a cargo de Bill Maresh. La introducción con sintetizadores de “She’ll Remember” no hace presagiar que tras una cuenta hasta cuatro arranque un tema entre rockero y Honky Tonk (algo que Yoakam mezcla como nadie) como éste. Ahora sí que centrados absolutamente en el Honky Tonk trotaremos con el ritmo de “I Wanna Love Again”, con el que se pretende recuperar el pasado. En “When I First Came Here” se nos enumeran recuerdos, que seguramente nunca podrán ser revividos, envueltos en sonidos que nos trasladan a una pasada historia de amor en cualquier calurosa ciudad o polvoriento pueblo del Medio Oeste. “Watch Out” arranca enérgica y casi bluesera, mientras avisa a un amigo de la maldad de una mujer, para transformarse en una triste balada Country al interiorizar sus recuerdos, y acabar tal y como empezó cuando retoma su primer discurso. El disco termina con la acústica “The Last Heart in Line”, en la que una sección de cuerdas arropa a un Yoakam que se despide triste de nosotros, asumiendo que es el último corazón en la cola que aspira a la mujer amada.

Posiblemente Blame the Vain decepcionará a los amantes del Yoakam tradicionalista de sus tres primeros discos, pero ya ha demostrado reiteradamente que se trata de un artista inquieto, con capacidad y necesidad de evolucionar. El primer paso dado sin Pete Anderson es firme y parece marcar un rumbo diferente. Pero es que Yoakam ya ha cambiado de orientación muchas otras veces sin perder nunca su identidad, ni su capacidad de sorprender con la siguiente entrega.

Mientras Dwight Yoakam se mantenga al pie del cañón mantendremos la ilusión por nueva buena música.

Muerte al chupito ¡¡¡¡ VIVA EL TRAGO !!!!

Muerte al chupito ¡¡¡¡ VIVA EL TRAGO !!!! - 4.8 out of 5 based on 8 votes

Ratio: 5 / 5

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Los que me conocéis sabéis perfectamente cuál es mi posición en este tema, pero permitidme por favor que exponga de nuevo mi visión de la jugada.

Está claro. Vivimos en España y el idioma que nos une a todas las nacionalidades que conformamos este magnífico país es el Castellano. Un idioma milenario. Una lengua rica y plagada de excelentes plumas que a lo largo de la historia han dejado buena fé de la riqueza y esplendor que forman nuestro diccionario.

Además, nuestro país ha sido cuna de hombres aguerridos, exploradores que en su día fueron capaces de darle la vuelta al planeta y conquistarlo sin contemplaciones, arrasando lo que hiciera falta en nombre del Rey.

Y esos hombres fueron los que dejaron la semilla, además, para que el sur de los Estados Unidos y todo Méjico y América Latina fueran lo que hoy son. Los que han viajado por Florida, Alabama, Texas, Arizona, Nuevo México y California (por citar sólo algunos) han comprobado como uno tras otro los nombres de pueblos y ciudades están escritas en Español: San Antonio, Santa Fe, Santa Mónica, El Paso, Durango, Laredo...

Y en todos estos lugares, cuando alguien quiere un vaso de whisky o de cualquier otra bebida de cierta entidad piden ¡UN TRAGO!

Si, UN TRAGO. Igual que se hizo aquí en España durante tantos cientos y cientos de años. UN TRAGO.

- "¿Qué va a tomar?"

- "UN TRAGO DE WHISKY".

En inglés, ellos pidien un "shot", un "tiro", es decir, de nuevo una palabra contundente y fuerte para definir lo que quieres echarte al gaznate: UN TRAGO.

Y así era y fue en España. Y así sigue siendo en los países que nuestros ancestros conquistaron y adoctrinaron, pueblos que ahora son hermanos nuestros de sangre.

Pero, no hace mucho, en un momento y lugar indeterminados de nuestra reciente historia, un individuo, imagino que de baja estatura, de corta mente y de masculinidad extremadamente dudosa, entró en un bar y pidió:

- "Un: c-h-u-p-i-t-o".

¡OSTRAS!

¡COÑO! (con perdón).

Y el camarero se lo sirvió ¡¡¡Y ANOTÓ LA PALABRITA!!!: C-h-u-p-i-t-o. Le haría gracia al mononeuronal barman...

¡¡¡Manda huevos!!!

Mil años de historia a tomar por culo de un plumazo:

- "Un: c-h-u-p-i-t-o".

¿Os imagináis a John Wayne entrando en el Saloon, andando despacito, con sus espuelas tintineando a cada paso: clinch, clinch, clinch, clinch... Silencio absoluto. Todo el mundo inmovil, viendo pasar al hombre alto y duro del Winchister en la mano: clinch, clinch, clinch... Y que cuando por fin llega a la barra del bar, con todo el salón en silencio y con la mirada fija en él, pidiera un... c-h-u-p-i-t-o?

Vamos, lo fríen a tiros ahí mismo ¡por nenaza!

¡¡ He pedido un TRAGO !!
Como vuelva a oir la otra palabreja, el próximo será de plomo y lo servirá mi Colt



Por favor, hagamos todos un esfuerzo por recuperar al denostado trago. Pidamos a partir de ahora UN TRAGO y cuando el camarero no sepa a qué nos referimos, describámoslo con todo lujo de detalles, pero sin utilizar nunca más la palabra chupito.

-"¿Un trago? ¿Qué es eso?"

-"Pues un Whisky en un vaso pequeño, sin hielo, para tomármelo de golpe si me da la gana".

-"¡Ah...! ¡Un chupito!"

-"No. ¡¡¡Un trago!!!

Hagámoslo, por favor, recuperemos entre todos la fuerza de nuestra lengua y dejemos al chupito, si ellas quieren, para las damiselas que toman "anisette". Pero que nuestras adoradas cowgirls pidan también sus tragos con nosotros.

MUERTE AL CHUPITO. ¡¡¡VIVA EL TRAGO!!!

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