Bob Wayne - Outlaw Carnie (2010)

Bob Wayne - Outlaw Carnie (2010) - 4.3 out of 5 based on 8 votes

Ratio: 4 / 5

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Tras años vendiendo sus discos caseros en sus propios conciertos, por fin en 2010 a Bob Wayne le llegó la oportunidad de editar Outlaw Carnie, su primer álbum de forma oficial... en Century Media Records, una mítica discográfica de música Metal. Teniendo en cuenta que los instrumentos dominantes son fiddle, dobro, banjo y contrabajo, con la batería tocada con escobillas, y que en las letras no son raras palabras que empiezan con “f...” (“j...” en español), se explica que no sea la sucursal de una major en el uniforme y políticamente correcto Nashville la encargada de poner el disco en el mercado. Pero aún así... ¿cómo se acaba grabando un disco de Country en una discográfica especializada en Rock Duro?

Si empezamos por comentar que Bob Wayne ha formado parte de la banda de Hank III (cuyas conexiones con el Metal son más que conocidas), lo que seguramente le ha conducido a que los escenarios que le son más habituales sean los ocupados por bandas de guitarras afiladas. Y si continuamos con que una de las canciones incluidas, “Driven by Demons”, juega en la letra con el viejo tema de Pantera “By Demons Be Driven”, aunque se nos cuente una historia de carretera en la que las balas silban alrededor del protagonista, empezamos a hacernos una composición de lugar medianamente coherente.

Predominan los ritmos desatados de ascendencia trucker que, como la mencionada “Driven by Demons”, nos cuentan historias de carreteras peligrosas y violentas (“Road Bound”, “Estacata”, “Mack”...), cantados con una actitud heredera de los grandes del movimiento Outlaw, con Waylon Jennings como principal referente. Y es que si la historia supuestamente autobiográfica de “Blood to Dust” resulta cierta, con un padre agente del FBI que “por dinero tenía asuntos al otro lado”, se explica que las drogas y las armas sean una constante en el álbum.

Atención al saltarín y simple divertimento de “Everything’s Legal in Alabama” pues, además de contar con la colaboración vocal de Wayne the Train Hancock, resulta que “la hierba, el alcohol, las pastillas, las armas son legales en Alabama... ¡¡¡Siempre que no te pillen!!!” Por otro lado que la que podría ser la balada romántica del disco se titule “Love Songs Suck” (“Las Canciones de Amor Apestan”), donde canta: “lo más parecido a una canción de amor que tengo / es en la que me cargo a los dos”, también dice mucho de Bob Wayne. Por cierto, una historia de humor negro que encontramos en “Work of the Devil”, donde al pillar a su mujer con otro en la cama hacen aparición un rifle y un bidón de gasolina... y ya podéis intuir cómo acaban los sorprendidos amantes.

Cualquier intérprete de Country con ascendencia rockera que se precie parece que no puede dejar de aludir a Johnny Cash. Wayne lo hace explícitamente en la letra de “Ghost Town” donde se aparece su espíritu para salvar a un grupo de amigos de los demonios que habitan en una ciudad fantasma, o forzando la voz intentando acercase a la profundidad interpretativa del Hombre de Negro en la personal “Reptile”. Como bonus no anunciado encontramos una canción extra, la acústica “2012”, que nos habla del profetizado fin del mundo para el año del título.

Outlaw Carnie es un disco con mucha, mucha, mucha actitud. Impecablemente Country en la parte instrumental, las composiciones de Bob Wayne (pequeñas historias en la mejor tradición Country, no muy lejos de las que solían cantar David Allan Coe o Johnny Paycheck) y su desafiante interpretación vocal lo hacen especialmente interesante.

 

Van Morrison - Pay the Devil (2006)

Van Morrison - Pay the Devil (2006) - 3.5 out of 5 based on 6 votes

Ratio: 4 / 5

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No resulta una sorpresa para los seguidores de Van Morrison que decidiera dedicar un disco al Country en 2006. Algo que, por cierto, ya hizo en 2000 junto a Linda Gail Lewis (sobrina del gran Jerry Lee) en aquel magnífico álbum titulado You Win Again. Quizá a lo largo de las cinco décadas por las que ya se extiende su carrera haya sido más evidente el interés del irlandés por el R&B clásico, el Jazz y el Blues, pero su conocimiento de la música popular americana va bastante más allá y por algo se ganaría el apodo de the Belfast Cowboy.

Entre los quince cortes que completan el disco nos encontramos doce versiones del repertorio clásico del Country junto a tres nuevas composiciones del propio Morrison. Así arrancamos con el tema popularizado por Webb Pierce “There Stands the Glass”, uno de esos Honky Tonks en los que se busca solución a los problemas en el fondo de una botella, un Pierce al que también se recuerda con “More and More”.

Por destacar alguno de los cortes de un disco sin puntos débiles, acercándose a George Jones añade un toque de Blues a la desoladora “Things Have Gone To Pieces”; no menos destacable su lectura de “’Til I Gain Control Again” de Rodney Crowell; sin olvidar incluir referencias a Hank Williams con “Half as Much”, “My Bucket's Got a Hole in It” y, especialmente, la que podría haberse quedado en la enésima versión de “Your Cheatin’ Heart” pero que un estilista como Van Morrison sabe llevar a su terreno y hacer suya, algo ciertamente difícil ante un tema tan conocido y reconocible como éste.

Aparte de que su voz sea inconfundiblemente Soul, por mucha steel-guitar y violín que la arrope, la conexión del R&B que le resulta más cercano con el Country se puede establecer a través de las tres canciones incluidas en el disco que Ray Charles también cantó en sus imprescindibles Modern Sounds in Country and Western Music de los años sesenta. Junto a las ya mencionadas “Half as Much” y “Your Cheatin’ Heart”, “What Am I Living For?” que cantara Conway Twitty. De todas formas el tratamiento de Morrison es mucho más Country que la transformación a las que las sometió Charles en su momento.

En cuanto a las composiciones propias, en la que da título al álbum saca a relucir su proverbial descontento: “Tengo que pagar al diablo por mi música / ¿por qué tengo que soportar esta vida errante?”, mientras “Playhouse”, a medio camino entre el Rockabilly y el Blues, incide en el tópico del dinero no da la felicidad y "This Has Got to Stop" brilla especialmente entre ellas, demostrando que Morrison, como autor y cantante, puede ponerse a la altura de los clásicos que las acompañan.

Se podría pensar que para llegar a un resultado como el obtenido en Pay the Devil Van Morrison se habría desplazado a Nashville para trabajar con la élite de los músicos de sesión disponibles. Nada más lejos de la realidad. El disco se grabó en Irlanda con el mismo grupo de magníficos músicos que le han acompañado durante años.

Resulta especialmente llamativo que cuando grandes estrellas de la música ajenas al Country se acercan a él rehúyen la escena mediática de Nashville para ir a buscar la esencia y los sonidos que definen más inequívocamente el estilo. Siendo así, Pay the Devil tiene más argumentos para convencer a los aficionados al Country clásico, aunque puedan criticar que a Van Morrison le falte twang en la voz, que a los fans del irlandés que mantengan la distancia con el estilo.

 

Sons of the San Joaquin - A Cowboy Has to Sing (1992)

Sons of the San Joaquin - A Cowboy Has to Sing (1992) - 4.6 out of 5 based on 5 votes

Ratio: 5 / 5

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Sons of San JoaquinLa creación en los noventa por parte de Warner de una línea especializada en música western dio la oportunidad al trío californiano Sons of the San Joaquin de integrarse en una major. Su primer trabajo para la compañía sería A Cowboy Has to Sing donde, producidos por un Michael Martin Murphey que los había descubierto unos años antes, incluyen diez soberbias versiones del repertorio de los Sons of the Pioneers que siempre les han servido de referencia.

Las poéticas historias de vaqueros vuelven a revivir en las mágicamente armoniosas voces de los Hannah, así, en “The Boss Is Hangin’ Out a Rainbow” el arco iris es la prueba de la benevolencia del ‘Jefe’ que con la lluvia y el sol asegura los pastos y el trabajo. El deseo de perderse en la inmensidad de la pradera nos llega como una lejana llamada en “Blue Prairie”. También sentiremos como el viento que peina las planicies, los valles y las montañas habla a los corazones honestos en “Wind”. Pero alcanzamos el punto culminante del álbum con la para muchos canción definitiva del western “Cool Water”, con su alegoría del deseo en forma de espejismos enfrentado a la cruda y dura realidad.

El yodel está presente, por supuesto, y en pocas canciones se encuentra más brillante que en la que da título al disco, “A Cowboy Has to Sing”, cuando las tres voces de los Sons of the San Joaquin se combinan en un efecto extraordinario que celebra la necesidad imperiosa del cowboy de expresarse cantando. Para los errantes el tren era una nueva oportunidad de vivir libres recorriendo el mundo, en “Way Out There” nos subimos a uno de aquellos traqueteantes y humeantes caballos de hierro con el yodel emulando el silbido que se aleja. Por otro lado, “Song of the Rover” es una canción que fue descartada por los Pioneers para ser editada comercialmente y nos cuenta la historia de un cowboy errante que, quizá cansado de la dura e incierta vida a la intemperie, termina diciendo: “Aquí llega tu vagabundo, ¡volviendo a casa!”

El encomiable esfuerzo de los Sons of the San Joaquin por mantener el Western vivo y fresco merece nuestra atención y aplauso. A Cowboy Has to Sing es un punto de partida tan bueno como cualquier otro para iniciar la inmersión en el estilo. Y un gran trabajo que añadir a la colección de los que ya están convencidos.

 

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