Tuvieron que pasar nada menos que ocho años de silencio hasta que el trío original que formaba McBride & the Ride se reuniera de nuevo para lanzar este Amarillo Sky en 2002. Muchas vicisitudes vivieron sus componentes desde que los músicos profesionales Ray Herndon (guitarras) y Billy Thomas (percusión) se unieran a Terry McBride (bajo y voz) a principios de los noventa bajo las directrices del todopoderoso Tony Brown, por entonces vicepresidente ejecutivo de MCA. Consiguieron un cierto éxito y eran añorados por los aficionados que recuerdan su magnífico álbum Sacred Ground de 1992 que supuso su salto a la fama.

Igual que entonces mantienen como clara inspiración las armonías vocales de otros grupos en la línea de Alabama. Pero, también como entonces, su sonido no trata de ir más allá de la línea marcada por el mainstream. Y en los tiempos que corren, en Amarillo Sky predominan las canciones románticas de mensaje positivo con clara vocación comercial. Enamoramientos eternos, profundos, incondicionales, automáticos y reparadores de todo mal, que tienden a adivinarse en los ojos del amado/a. Entre todas ellas no puede ser más sentimental la power-ballad “Anything that Touches You”.

Hay alguna excepción, como la canción que da título al disco, que pone en versos las preocupaciones del granjero que lucha día a día con los elementos que amenazan su sustento. También dos cortes que hablan de relaciones rotas como “Why Not Colorado”, evocadora del ansia por nuevos horizontes para acabar con los dolorosos recuerdos, y “Hasta Luego” (sí con título en español), versión del tema que ya cantara David Ball en su álbum Play de 1999, con la que me quedo de largo. Como es habitual en las canciones contemporáneas las relaciones se rompen pero nunca nos enteramos por qué.

La otra versión es, desde luego, una sorpresa. Nada menos que “Squeeze Box” la divertida canción con doble sentido festivo/sexual que fuera un éxito para los Who. No le queda mal el aire Country que le imprime el trío. Me permito comentar que una canción que se titula Acordeón parece que pide que suene ese instrumento. Pues no, en vez de ello se añaden las características líneas de banjo que parecen haberse hecho imprescindibles en toda producción Nashville que se precie en lo que llevamos de siglo XXI.

No es que Amarillo Sky sea un mal disco. No lo es. Pero de tan convencional (en el sentido comercial de la palabra) acaba resultando impersonal, con la mayor parte de sus cortes apuntando claramente a conseguir tiempo de radio. Pero tampoco se puede decir que consiguiera su objetivo, pues el único single que entró en listas fue la citada “Anything that Touches You” que se quedó en la posición 50 de la lista Country de Billboard.

Primera imagen impactante: la portada del disco. Con Chris LeDoux en persona haciendo alarde de sus facultades como jinete de rodeo, que ya le habían reportado el campeonato del mundo en la especialidad de 'Bareback Riding' en 1976.

Con semejante carta de presentación el contenido no puede más que mantenerse acorde con la misma. Y así es, LeDoux nos muestra la vida de los Cowboys, arropado por fiddles, steel guitars y sonidos tradicionales. Western y Honky Tonk con mucha actitud conviven en el disco.

Empezamos el recorrido por las praderas y espacios abiertos con “The Yellow Stud” la historia de un salvaje e indomable semental que es capturado, pero al que nadie puede montar y acaba muriendo en la arena del rodeo. Podemos sentir al caballo luchando, los jinetes mordiendo el polvo y a los cowboys llorar porque “nunca habrá un bronco como el que hoy ha muerto”. Y es que, por supuesto, el tema principal del álbum es el rodeo, y una de las mejores canciones jamás escritas sobre el asunto es “Big Brahma Bull”, del cowboy y poeta Curley Fletcher, compuesta nada menos que en 1942 y que nos habla de un vaquero orgulloso pero que regresa aterrorizado al rancho del que salió dispuesto a comerse el mundo, tras su primera experiencia en el rodeo y jugarse la vida montando al Gran Toro Brahma del título.

También historias del Viejo Oeste como la versión de “Billy the Kid”, el tema de Charlie Daniels dedicado a Billy el Niño mientras cabalga hacia su destino final. O “The Lawman Reverend Joe Allen” donde nos canta sobre la legendaria figura de un predicador y sheriff que soluciona problemas con las herramientas de su profesión “una vieja biblia negra y un 44 cargado”.

Otra de las versiones es “Silver Tongued Devil”, de Kris Kristofferson, la historia de un impenitente mentiroso contada de una manera que hace pensar en una personalidad bipolar y que utiliza su pico de oro (o lengua de plata) para enamorar a inocentes muchachas. Una nueva muestra de lo original y extraordinario de Kristofferson como autor de canciones.

Teniendo en cuenta que Sing Me a Song Mr.Rodeo Man es uno de los discos que Chris LeDoux autoeditó para venderlo mientras recorría los rodeos, la producción es manifiestamente mejorable, pero es de una frescura y una credibilidad al que un sonido más pulido y estandarizado sólo habría perjudicado.

Nota: como prácticamente todos los trabajos autoditados por LeDoux Sing Me a Song Mr. Rodeo Man fue reeditado en CD por Liberty/Capitol tras su firma con esta compañía en los 90.