Raul Malo - Sinners & Saints (2010)

Raul Malo - Sinners & Saints (2010) - 4.4 out of 5 based on 8 votes

Ratio: 4 / 5

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No hay voz como la de Raul Malo en la escena musical actual, y no hablo sólo de Country. Un estilista de los que no quedan, dotado de unas prodigiosas facultades vocales que sabe utilizar con una naturalidad abrumadora.

El disco se abre con un solo de trompeta interrumpido por una guitarra eléctrica. Navegando entre el surf y un pasodoble, es evidente que no estamos ante un álbum convencional. Y es que el primer corte, “Sinners & Saints”, dando título al disco, pide a gritos que Tarantino lo elija para una de sus atmosféricas bandas sonoras, de hecho hace guiños a “Mirsilou” de Dick Dale & his Del-Tones, el acerado e inolvidable instrumental que fuera carta de presentación de Pulp Fiction.

Su querencia por el Country (en ningún sitio más evidentes que en su trabajo de 2004 The Nashville Acustic Sessions) y las raíces latinas de Malo, nacido en Miami de padres cubanos, confluyen en “Sombras”, el clásico bolero al que se añaden pasajes instrumentales de banda sonora Western… dramática y tan directa como un disparo de Colt “Quisiera abrir lentamente mis venas / Mi sangre verterla toda a tus pies / Para poderte demostrar que más no puedo amar / Y entonces morir después”, como la apertura de una película de Sam Peckinpah. Los puentes entre los estilos más inverosímiles están ahí, sólo hace falta alguien como Raul Malo para tenderlos. La segunda versión del disco es una sorprendente “’Til I Gain Control Again”, de Rodney Crowell, pero de memoria imborrable en las voces de Waylon Jennings o Emmylou Harris, alargada hasta más allá de los seis minutos y en la que Malo se luce. Waylon (y por supuesto Emmylou) habría estado orgulloso de que alguien transforme su interpretación de esta manera, con la steel como conexión con sus precedentes.

Pero si hay un lugar en la Tierra donde lo hispano y lo gringo se mezclan de forma natural ese es Texas, donde precisamente se realizaron las mezclas para el disco, sumándose Michael Guerra, al acordeón, la leyenda de la escena texana Augie Meyers, al órgano y el también miembro de los Texas Tornados Shawn Sahm, a la guitarra, en los animados Tex-Mex “San Antonio Baby” y “Superstar”.

Encontramos reminiscencias de Glen Campbell y su compositor de referencia, Jimmy Webb, en “Staying Here”, a la que los coros de aire retro de The Trishas dan el necesario toque Countrypolitan, y el añadido de efectos wah-wah , órgano y guitarra acústica aportan interesantes giros a los arreglos. Emociona emulando, como sólo él puede hacerlo, al terciopelo de Roy Orbison en la delicada balada “Matter Much to You”. Para acabar vuelve a sorprendernos con la tercera versión del disco, tranquilizando y convirtiendo el original ritmo mexicano de “Saint Behind the Glass” de Los Lobos en aires isleños, maravilloso.

Quizá sea difícil de enclavar en ningún estilo en particular, aunque sea deudor del Country en bastantes de sus pasajes, pero de lo que no hay duda es de que Sinners & Saints es un alarde de eclecticismo, buen gusto y versatilidad en sólo nueve canciones de un artista absolutamente excepcional.

Merle Haggard - Serving 190 Proof (1979)

Merle Haggard - Serving 190 Proof (1979) - 4.6 out of 5 based on 5 votes

Ratio: 5 / 5

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Merle Haggard es uno de los iconos incontestables de la música Country pero a finales de los 70, reconocido por él mismo, no pasaba por su mejor momento ni personal ni artístico. Serving 190 Proof es una suerte de catarsis personal, de terapia para salir de un punto de no retorno. Y ¿cómo lo hace? Incluyendo más canciones con su firma de las que es habitual, exponiendo su estado de ánimo y sus sentimientos y consiguiendo por el camino uno de los álbumes más destacables de su carrera.

El tono general del álbum es de calmada introspección, apenas incorporando algún medio tiempo. “Footlights”, que lo abre, sirve de carta de presentación, cantando en primera persona con melancolía, casi diría con resignación, sobre un cantante al que sonríe el éxito, que sería la envidia de cualquiera, pero que duda sobre a dónde le lleva la vida. En el Honky Tonk con metales incorporados “Got Lonely Too Early this Morning” la soledad le sorprende demasiado pronto en la madrugada, cuando todavía no está preparado para el dolor. Con “Driftwood”, rozando el Folk, avisa a su amada con delicadeza que él es como un trozo de madera al que arrastra la marea y que no podrá estar con ella para siempre.

Cuatro singles se extrajeron del disco y, curiosamente, los cuatro alcanzaron el cuarto puesto en las listas Billboard de Country. En la dramática drinkin’ songHeaven Was a Drink of Wine” siguiendo terapia contra el alcoholismo se pregunta si ayudaría al psiquiatra decirle que todas las manchas que le enseña “me parecen corazones rotos”, él no era dado a la bebida pero “cuando me dejó, bajé al infierno, y el cielo era un trago de vino”. “I Must Have Done Something Bad” es una de las dos canciones que no llevan su firma, y tras la reflexión de que algo malo debe haber hecho pagándolo una y otra vez, lo peor llega cuando es abandonado, sin entenderlo, porque “si pensara que mi mano estaba contra ti, por qué me habría cortado el brazo / abandonándolo y dejándolo atrás. / Si pensara que necesitabas dinero, por qué habría vendido mi alma, / e incluso habría robado a los pobres y los ciegos”. Unas muestras de amor tan dramáticas como la desesperación en la que vive.

Algo más alegre y con dejes de Western Swing, “My Own Kind of Hat” supone, en muchos aspectos, una declaración de principios. “Cowboys y Outlaws (…) / Yo me mantengo aquí donde estoy. / Porque llevo mi propio tipo de sombrero”. Como el resto del disco Country sin concesiones a las nuevas corrientes dominantes en la Industria. Ni al Countrypolitan, ni al emergente sonido Outlaw. Teniendo en cuenta lo cercano que estaba el divorcio de Hag de Bonnie Owens, tras trece años de matrimonio y una fructífera relación musical, “Red Bandana” también tiene algo de su propia vida cuando canta “nunca serás Bobbie McGee aunque lo intentas. / Pero no puedo cambiar y vivir de la forma que tú quieres”.

De todas formas el disco acaba optimista con “Sing a Family Song”, la familia como refugio de todos los males, y con la delicada y espectacular balada “Roses in the Winter”, que nos deja con la esperanza de que “encontraremos rosas en invierno / llegarán buenos momentos con los malos. / Amor es todo lo que necesitamos”.

Que Merle Haggard es un intérprete excepcional no es descubrir nada a nadie, pero cuando las canciones son tan cercanas a su propia vida (cosa tampoco nada rara a lo largo de su carrera), la excelencia está asegurada. Impresionante álbum.

Nota: El LP original de 1979 fue reeditado en CD por MCA en 1994.

 

Patty Loveless - On Down the Line (1990)

Patty Loveless - On Down the Line (1990) - 3.9 out of 5 based on 7 votes

Ratio: 4 / 5

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Cuando llegó el momento de lanzar el que sería su cuarto trabajo, On Down the Line, en 1990 Patty Loveless ya era una figura reconocida en la escena Country formando parte de los llamados nuevos tradicionalistas merced, principalmente, a su disco multiplatino de 1988 Honky Tonk Girl.

La voz de Loveless es su rasgo más reconocible, con el característico twang de las montañas de su Kentucky natal y una capacidad interpretativa de una profundidad con la que sólo sueñan algunas de las grandes divas del Country-Pop, acostumbradas a rellenar sus canciones con las más orgiásticas florituras vocales que puedas imaginar.

Con Tony Brown como productor y contando con algunos de los más respetados y exitosos escritores de Nashville del momento (Kostas, Paul Kennerly) y un par de, por entonces, emergentes figuras de la composición (Lucinda Williams, Matraca Berg) Loveless abre su música al Country Rock, incorporando algunos dejes de Bluegrass, e incluso algo de Pop, aunque su voz convierta cualquier cosa que cante en inconfundiblemente Country. Si sumamos que cuenta con músicos como Albert Lee (guitarra) y Mark O’Connor (fiddle y mandolina), además de Vince Gill en los coros de muchos de los cortes, el conjunto no puede dejar de resultar magnífico.

Sus raíces montañesas salen a la superficie especialmente en la emotiva balada “Some Morning Soon”, en la que nos hace partícipes de la certeza de que un día se despertará comprobando que su amor se ha ido. Pero por muy tradicional que sea su música, los temas que toca no pueden ser más contemporáneos, “The Night’s Too Long” nos habla de una joven que huye de su pueblo, llega a la ciudad, consigue un trabajo de oficinista y apura cada noche al máximo, “quiere mezclarse con la gente, donde pueda bailar, agitar el pelo y reír bien alto”, quizá alguno de los hombres que encontrará cada una de esas noches acabe resultando el adecuado. Por otra parte, en la orgullosa “You Can’t Run From Your Heart” avisa al cobarde que acaba de romper con ella que el amor que él todavía siente le perseguirá allá donde vaya.

Como muestra de su bien hacer en el Honky Tonk, la balada “I’ve Got to Stop Living You (And Start Living Again)”. Mientras oscilando al Country-Rock encontramos los uptemposOvertime”, “Blue Memories” y “I’m That Kind of Girl”, que se convertiría en el single de mayor éxito del disco, alcanzando el quinto puesto de la lista Billboard de Country.

Quizá On Down the Line no sea citado entre los discos fundamentales de Loveless, pero eso es porque su estándar es tan alto que un disco tan destacable como éste pasa casi desapercibido.

 

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