Espero que sepáis perdonar la pequeña errata voluntaria del encabezado. En realidad este es un disco de Big Sandy and his Fly-Rite Boys… sólo que sin Big Sandy, ya que el protagonismo recae sobre su magnífica banda a lo largo de once instrumentales originales de gran categoría y un par de canciones vocales. Tal y como en el pasado también hicieron algunos de los grandes, especialmente Buck Owens con sus Buckaroos. A los habituales componentes de la banda Wally Hersom (contrabajo), el mago de la steel-guitar Lee Jeffries, Bobby Trimble (batería), y el guitarrista Ashley Kingman, se añade Carl “Sonny” Leyland que, sentado frente al piano, también pone voz a algunos números.

Big Sandy se limita al papel de maestro de ceremonias presentando a la banda, y como creo que los conoce mejor que yo, le cedo la palabra transcribiendo el texto que firma en la contraportada del disco:

Hablando como el que normalmente lleva la voz cantante, no puedo estar más orgulloso de echarme a un lado y presentar el primer verdadero álbum “en solitario” por los únicos e inimitables Fly-Rite Boys.

Con el paso de los años hemos grabado muchos álbumes y devorado muchas millas tocando en clubes, festivales y teatros por todo el mundo… y un show tras otro la banda nunca ha fallado en el espectáculo y siempre me ha hecho sentir bien en el negocio…

Sin embargo, los muchachos nunca han tenido una verdadera oportunidad de ponerse bajo los focos como banda… así cuando los amigos de Hightone sugirieron que los Boys grabaran un disco, estaban más que preparados para mostrar su material.

Lo que nos ofrecen agradará a los fans de cualquier tipo de música. Desde Swing a Country y de Hillbilly Boogie a Jazz, los Fly-Rite Boys tienen una facilidad natural para calentar el ambiente y para hacerlo magistralmente.

Aparte de los excelentes instrumentales, serás introducido a algunos raros números vocales a cargo de Carl “Sonny” Leyland, el hombre que maneja las 88 teclas… Wally Hernson, el experto al contrabajo, se sumerge en el tema estrella de cualquier espectáculo “Booze Party”, mientras Bobby Trimble marca el ritmo, Ashley Kingman se pone a la guitarra solista y Lee Jeffries trabaja sobre su mundialmente famosa steel-guitar.

Tan contento como estoy de tenerlos trabajando conmigo, lo estoy de quedarme entre las bambalinas y simplemente disfrutar de la música de este disco, su primera grabación en solitario.

Es mi deseo sincero que te seduzcan los apasionados ritmos y la melodiosa interpretación que aquí se incluye.

Pues eso, para amantes de la buena música excelentemente interpretada… con el aroma de lo añejo.

En 2006 Mercury reunió en un solo disco dos de los cinco LPs que Johnny Cash grabara para ellos en los 80, tras la poco elegante despedida por parte de su anterior discográfica, Columbia, después de casi treinta años de relación profesional. Pese a que no se pueda considerar su etapa en Mercury entre las más brillantes de su carrera, Cash mantiene sus inconfundibles aptitudes vocales y se pueden encontrar los suficientes elementos como para resultar interesante.

Si entre los álbumes grabados en Mercury uno merece ser destacado ese es Johnny Cash is Coming to Town, que sería su primer disco para la nueva compañía en 1987 y supone el reencuentro, una vez más, con el legendario productor Cowboy Jack Clement, artífice de sus grandes éxitos en la Sun Records cuando iniciaba su carrera. Encontramos dos homenajes a pasadas figuras de la música Country: “The Night Hank Williams Came to Town”, cantada en directo junto a su amigo Waylon Jennings, y por otro lado a los pioneros del Western Swing en “W.Lee O Daniel (and the Light Crust Dough Boys)”. En el otro extremo podríamos pensar que Cash se muestra beligerante con las nuevas tendencias musicales en “Heavy Metal (Don’t Mean Rock and Roll to Me)” cuando, en realidad, la canción de Guy Clark nos habla de su relación con una excavadora pesada. Pero si hay que destacar una canción esa es la dramática “Let Him Roll”, también de Guy Clark, que se puede poner a la altura de las mejores interpretaciones de Cash de todos los tiempos.

En Water from the Wells of Home, editado en 1988 y también producido por Clement, Cash se rodea de una larga lista de invitados que cantan con él a lo largo de los diez cortes que completan el disco entre los que destaca Paul McCartney, por ser ajeno al entorno campero y por estar producida por éste, en la compuesta y cantada conjuntamente “New Moon Over Jamaica”, una oda escrita y dedicada al lugar de retiro y descanso favorito de Cash. Otros invitados son Glen Campbell, Hank Williams Jr., Tom T.Hall y, como en el disco anterior, Waylon Jennings. Sin olvidar a la siempre brillante Emmylou Harris, ya sea simplemente en los coros o asumiendo la voz solista en “As Long As I Live”, que también incluye un cameo de su autor, Roy Acuff.

Si el título del disco habla del agua de los pozos del hogar, sabiendo lo importante que era la familia para Johnny Cash, también escucharemos cantar a dos de sus hijos. Rosanne Cash, junto a los Everly Brothers y su padre, reinterpreta el clásico de Cash “Ballad of a Teenage Queen” para convertirla en una etérea canción folk, mientras John Carter Cash también canta con su padre en un par de canciones, a los que hay sumar a la mujer de Cash, June Carter y la Carter Family, en los coros de prácticamente todos los cortes.

Posiblemente estos dos discos sean los más destacables de la etapa de transición de Cash entre la familiaridad de sus álbumes en Columbia y el inicio de la serie American Recordings, que elevaría su legendaria figura a nuevas cotas de popularidad y respeto.