"The Way Back To Texas" (2004) es un álbum diferente de los que suelo comentar y si hoy lo hago es porque quizás puede llegar a más gente aparte de los amantes del honky tonk. Blake Stamper que se crió en una granja de Kentucky a las afueras de Louisville, es un cowboy atípico ya que no cumple con los cánones estéticos típicos de los cowboys, sombrero, hebilla, etc, en su aspecto destaca su cabeza rapada, gafas de sol y chaleco negro tal como se ve en la portada del disco; autodefine su estilo musical como "Hickbilly music" (hic*a*billy) porque según él no puede describirla como un único estilo. Debido a las influencias que tuvo desde pequeño donde el bluegrass reinaba en su entorno, muy pronto empezó a tocar rock, blues y country y él siempre ha dicho que quiere ser honesto con lo que hace y que le gustaría llegar a mucha gente.

Según los especialistas , este disco entraría en la categoria "Red Dirt Music" y ya sabreís que a los artistas que componen esta comunidad musical, se les compara con los indies del rock'n'roll, pero el movimiento Red Dirt acoge una amplia variedad de estilos que se englobarían en la Americana, con un repaso por folk, rock, country, bluegrass, blues, Western Swing y honky tonk, con influencias incluso de la música fronteriza, posiblemente porque muchos de estos músicos se han relocalizado en Texas, aunque los artistas que se refugian en ese término se encuentran diseminados por todo el país. Reckless Kelly es una banda con sede en la tejana Austin, que quizás se haya convertido en uno de los referentes actuales de la Red Dirt Music.

Metiéndonos de lleno en el disco, yo no lo encajaría en ese estilo musical, todo es discutible por supuesto y después de escucharlo es posible que muchos discrepen de mi opinión. Es bastante completo y engloba varios estilos; la primera canción, "Hickabilly Beat" quizás sea la que más se identifica con el estilo que él se autoproclama, yo la definiría como country rock pero con más predominio rock, con la segunda, "The Way Back To Texas" y con "This Side Of Heartache" se empieza a acercar al country rock y ya con "Hot Rod Chevy" se mete de lleno en el Honky Tonk en donde hace distinciones ; pasa por el new country con "I'm Home" y "She's All That", dos bonitos temas no demasiado tradicionales pero sin caer en el pop, tranquilos los puristas.

El auténtico y a la vez moderno Honky Tonk lo tenemos en "Wet, Crazy And Alone", posiblememte la mejor del álbum aunque "Honky Tonk Hankerin'" no se queda atrás. Baladas super tiernas como "Rich Man" , "Christmas Things", mi balada favorita y "Muddy Water" , muy apropiadas para los románticos empedernidos de estilo actual pero sin perder la esencia. Tampoco se olvida del Western Swing con "Disgustingly Domesticated".

Hasta la fecha no se han tenido más noticias de Blake Stamper, probablemente no vendió demasiado pero ya se sabe que es lo que pasa cuando no se hace lo que predomina ahora en la cuna del country pero si os haceís con éste disco no os arrepentireís.

Después de una serie de discos en los que Allison Moorer movía entre los sonidos tradicionales, ya sean en su vertiente más Country o en la Folk, pero siempre cercana a las raíces, quizá lo que menos se esperaban sus fans era que en este Getting Somewhere de 2006 oscilaría hacia el Pop. Contrariamente a lo que a menudo suele suceder, fue a partir de su fichaje por Sugar Hill en 2004, tras varios años en 'major', cuando su sonido empezó a ensancharse, pues lo cierto es que su trabajo precedente, The Duel, de 2004 y primero con Sugar Hill, ya supuso una excursión hacia el Rock.

Su matrimonio con Steve Earle (una de las más respetadas figuras del movimiento Americana) parece clave para entender sus últimos trabajos. De hecho, en el disco que nos ocupa, el propio Earle asume las labores de producción. Los arreglos dejan a Getting Somewhere a medio camino entre el Country-Pop de Faith Hill o Shania Twain, aunque con un interesante toque que en ocasiones a alguno puede recordar a los Beatles, y el Alt-Country que suele definir los trabajos de su marido. Unas premisas muy diferentes para una Moorer que siempre ha destacado por sus habilidades como compositora y en hacer brillar sus propias canciones gracias a su gran voz y sin necesidad de alardes de producción.

En este entorno la voz de Moorer pierde protagonismo frente a las armonías y las guitarras de “Fairweather”, el ritmo de la batería de “It’s Just for Today”… o incluso las secciones de cuerda y el 'overdubbing', como en la romántica “Where You Are”. Por otro lado, la composición gana en profundidad y se convierte en el punto fuerte del disco, desde la delicada y agridulce “You’ll Never Know” a la introspectiva y espiritual “Hallelujah”, o curiosas ensoñaciones como la ya citada "Fairweather", o “New Years Day” donde la voz de Moorer está acompañada por una afilada guitarra.

Una voz que, sin embargo, se impone orgullosa en “How She Does It”, una canción muy especial, y se nota en la interpretación, pues en ella se enfrenta a la trágica historia de su familia (su padre tras asesinar a su madre se suicidó y fue su hermana mayor, la también cantante Shelby Lynne, la que tuvo que sacar adelante a la familia), aquí la historia cambia con un final en el que una sola decisión podría haber evitado la tragedia. También brilla desesperada en la búsqueda de una esperanza en la última canción del álbum y que da título a éste, “Getting Somewhere”.

Quizá este disco suponga una meta para los nuevos caminos que ha decidido explorar, aunque más bien parece que sea un punto de partida en su evolución como artista, alejada de los parámetros clásicos del Country.