Muy de vez en cuando aparece alguien realmente auténtico. Wylie ciertamente lo es. Ya sea dejándose ir en un animado yodel, o cantando una sentida balada, su sinceridad, talento y compromiso con la música como arte le convierten en uno de los más creíbles artistas de música Country. Las grabaciones de Wylie, y su música en general, ponen de manifiesto que hay mucho más en la música Country que lo que se oye en el Top40.

Palabras de Eddie Stubbs, presentador del Grand Ole Opry, que sirven de presentación a Ridin’ the Hi-Line, el que fuera tercer trabajo de Wylie & the Wild West para Rounder y séptimo en su cuenta general.

Lo primero que me llamó la atención de esta artista fueron sus enormes y exóticos ojos color avellana sobre un rostro duro y anguloso y un cierto parecido con aquella Linda Ronstadt de los años setenta,  posteriormente fui descubriendo que dicho envase también contenía un enorme talento. Con un estilo retro, esta mujer nos transporta al mejor country de los cincuenta y sesenta, con un trasfondo muy tradicional y extremadamente cuidado (incluso en lo físico) y con una voz endiabladamente bella, se apodera de tu alma desde la primera escucha. Es cierto que su estilo no es demasiado comercial para los tiempos que corren hoy día, pero siempre hay oídos para todo tipo de propuestas, un diamante siempre es un diamante.