Dierks Bentley - Up on the Ridge (2010)
La primera gran pasión musical de Dierks Bentley fue el Bluegrass. De hecho en las notas de Up on the Ridge ya dice: “me enamoré de esta música la primera vez que entré en el Station Inn (*) a los 19 años con un carnet de identidad falso... Aquellos tipos, que eran de mi edad, tocaban sus instrumentos con tanta energía que la música te golpeaba físicamente. Después de aquello nunca me perdí una noche de martes durante ocho años. Sin la comunidad Bluegrass aceptándome y ayudándome a encontrar mis cimientos nunca habría tenido un sitio del que arrancar. Es mi base”.
Esa base ha estado más o menos presente en sus trabajos anteriores, aunque perdiendo presencia a medida que pasaba el tiempo y especialmente diluida en los singles que llegaban a la radio, en general perfectos ejemplos de los arreglos que caracterizan al Country comercial contemporáneo. Sin embargo Bentley anunciaba a la mínima oportunidad que se le presentaba que algún día editaría un álbum de Bluegrass. Cuando en 2009 su disco Feel that Fire no hizo más que sumar duras críticas por su convencionalismo, el momento perfecto para sorprender a los críticos y regresar a los orígenes había llegado.
Bentley invita a incorporarse a su reencuentro con su pasión inicial a un buen número de nombres de primer nivel (Del McCoury, con quien lleva colaborando desde su primer rabajo de estudio en 'major' en 2003, Alison Krauss, Tim O’Brien, Vince Gill, Rob Ickes, Sonya Isaacs, Kris Kristofferson, Stuart Duncan, Chris Stapleton, Jamey Johnson y Miranda Lambert) entre los que predominan aquellos con claras conexiones Bluegrass y con especial presencia de los Punch Brothers (uno de cuyos miembros es el ex-Nickel Creek, Chris Thile) que le dan cobertura instrumental en un buen número de cortes. Por no hablar de que el productor es Jon Randall que también se ha hecho un nombre en la escena Bluegrass (especialmente merced a su trabajo junto a Emmylou Harris a principios de los noventa). Con semejante reunión de talento es de esperar que el resultado sea más que satisfactorio.
De todas formas aplicar la palabra Bluegrass sin más calificativos no haría justicia ni al disco ni al estilo en su vertiente más tradicional, más allá de cortes como las alegres “Rovin’ Gambler” y “Fiddlin’ Around” o la de clásicas armonías vocales “You’re Dead to Me”. La realidad es que Up on the Ridge está más cerca de lo que se ha dado en llamar Bluegrass progresivo (o NewGrass) en el que el estilo admite otras influencias, especialmente Rock e instrumentación eléctrica. Y ahí tenemos la versión del superéxito mundial de U2 “Pride (In the Name of Love)” que, aunque Del McCoury se esfuerce en los coros, me deja con la duda ¿de verdad hacía falta? y es que es muy difícil hacerse con una canción casi convertida en un himno generacional…y ponerla en clave Bluegrass no resulta en este caso especialmente convincente, con la etérea magia del original perdida. Por el contrario en la de aires gospel “Bad Angel”, navegando entre el pecado y la salvación son Jamey Johnson y Miranda Lambert los que añaden su voz a la de Bentley en un corte a contar entre lo mejor del disco.
La selección de versiones sigue apuntando alto en cuanto a los temas escogidos con “Señor (Tales of the Yankee Power)” de Bob Dylan en un tono triste y melancólico y con el contrapunto de la voz de Chris Thile (mucho más acorde con los clásicos parámetros Bluegrass que la del propio Bentley) y en la folkie y desenfadada “Bottle to the Bottom”, de Kris Kristofferson, que se remonta a 1969, en la que el propio autor añade su áspera voz a la de nuestro protagonista. Mientras, en sus propios temas, añade un nuevo clásico a un tema tan enraizado en la tradición Country como la dura vida en las minas con “Down in the Mine” y redondea la que posiblemente sea su mejor canción de tinte romántico hasta la fecha con la delicada balada “Draw Me a Map”, arropado por los perfectos, como es previsible, coros de Alison Krauss.
No hay duda de que el paso dado con Up on the Ridge distingue a Dierks Bentley de la estrechez de sonidos que impera en las radios llamadas Country. No se venderá como sus álbumes precedentes, no tendrá el mismo impacto en la radio y será difícil que resulte atractivo para el seguidor casual de las listas de éxitos Country que espere encontrar más de lo mismo. Es un esfuerzo arriesgado y valiente desarrollado con auténtica pasión (que faltaba en algunos de sus trabajos precedentes) y que aquellos que aprecien el calibre y el alma de la música contenida en el álbum disfrutarán enormemente.
Música proveniente de unas viejas y profundas raíces que nunca se pasan de moda.
(*) El Station Inn es un afamado local de Nashville donde se reúne una gran cantidad de músicos (recién llegados a la ciudad o veteranos con pasión), especialmente renombrado por sus actuaciones Bluegrass/acústicas y jam sessions.