Rosanne Cash - Black Cadillac (2006)
Desde la edición de su anterior trabajo en 2003 muchos coches negros habían sido protagonistas de la vida de Rosanne Cash hasta que llegó la edición de Black Cadillac en 2006. Una serie de terribles pérdidas asoló a la familia Cash en ese tiempo. Primero falleció June Carter Cash en Mayo de 2003, mujer de Johnny y madrastra de Rosanne, en septiembre de ese mismo año el patriarca, Johnny Cash, y en 2005 la madre de Rosanne y primera mujer de Johnny, Vivian Liberto.
Las situaciones dolorosas en la vida de Rosanne parecen inspirarla para escarbar profundamente en sus sentimientos y realizar una catarsis a través de las canciones que encuentra en lo más profundo. Ya sucedió con Interiors en 1990, consecuencia de la separación del que había sido su primer marido Rodney Crowell. En Black Cadillac vuelve a pasar, compartiendo autoría en un buen número de cortes con su actual marido, John Leventhal, que también produce la mitad de los mismos en Nueva York (los pares). Los impares corren a cargo de Bill Bottrell en Los Ángeles, quien quizá le da más protagonismo al piano como instrumento principal frente a los temas a cargo de Leventhal en los que las cuerdas de las guitarras se convierten en dominantes
El recuerdo y la sombra de su padre se ciernen sobre buena parte de los temas. La voz de Johnny Cash abre el disco con un “Rosanne, c’mon” que da paso a “Black Cadillac” donde nos habla del coche que se lo llevó a su reposo definitivo sobre una dominante línea de bajo hasta que explota en el estribillo: “es un mundo solitario / creo que siempre lo fue. / Sin ti. / Sin sangre. / Mi sangre”, acabando con unas sutiles trompetas evocadoras del "Ring of Fire" que redondean un brillantísimo ejercicio de producción. Volveremos a escuchar brevemente a Johnny Cash en la emotiva “The Good Intent” en una simpática frase cruzada con una hija que por entonces parece ser poco más que un bebé.
La hija que ve el amor que antes de nacer le dio vida y que fue testigo de cómo su padre se iba de casa para casarse con otra mujer, nos rompe el alma con “I Was Watching You” pero, como en el mensaje final del álbum, aunque el dolor es inevitable siempre hay un espacio para la esperanza pues quien la acaba vigilando es el padre que ya no está, “desde arriba / (…) mucho después de la vida”. Las personas amadas siempre nos acompañarán, incluso cuando ya no estén con nosotros físicamente. Este tema junto a la delicada “God Is in the Roses” y la acústica y no menos sentida, sobre los recuerdos, el amor y el tiempo que quedó en la casa familiar y que “no están en venta”, “House on the Lake”, donde nos canta: “pestañeo y mientras mis ojos están cerrados / los dos se han ido”, son auténticas maravillas que llegan a lo más íntimo.
Se cierra el álbum con un último corte titulado “0:71”. Son setenta y un segundos de silencio al que unirnos en memoria del Hombre de Negro, como setenta y uno eran los años que tenía cuando nos dejó.
Si el Country es cantar con el corazón en la mano sobre sucesos y sentimientos reales como la vida misma, porque por la vida misma están inspirados, Black Cadillac es Country hasta la médula. Si sólo es steel-guitars y fiddles, entonces le añadiremos los calificativos que sean necesarios: Country-Folk, Blues acústico, Roots Rock… pero aquí el calificativo es lo menos importante porque lo que no dejará de ser es un emocionante disco absolutamente excepcional, en el que brilla en igual medida la compositora, la intérprete, la músico y, al final, la persona dotada de una sensibilidad tan especial que tiene a bien compartirla con el mundo.