Bob Wayne - Till the Wheels Fall Off (2012)
Ha llegado un punto en el que estoy bastante harto de los productos de Nashville que sacan pecho llenándose la boca al autoproclamarse el más auténtico de los outlaws. Mientras, en su música, se dejan llevar por el carro de la comercialidad cantando tiernas loas a una idealizada mujer a la que juran un perfecto e idílico amor eterno y nos dicen que tenemos que ser buenos chicos.
Afortunadamente Bob Wayne es otra cosa y no necesita convencer a nadie de que es un outlaw. Con su punto gamberro, esa tendencia punk en la forma de atacar sus canciones con las tripas más que con el alma, y la no poca incorrección de sus letras él vive en el lado salvaje de los outlaws. Gritando “Fuck the Law” a los cuatro vientos mientras levanta el dedo medio hacia la audiencia.
Las historias de Bob Wayne, que en sus conciertos se niega a tocar versiones y tampoco las incluye en sus discos, discurren en los rincones más oscuros de las carreteras. Siempre moviéndose de un sitio a otro y dejando un rastro de sangre tras de sí, un camino que ya marcaba su trabajo precedente Outlaw Carnie datado en 2010. Metiéndose en papeles tan extraños como el de cazador de almas pecadoras para el diablo en “A Pistol and a 100 Dollar Bill”, donde construye una increíble atmósfera de western crepuscular, o el del propio hijo del demonio en “Devil’s Son”. No por ello evita tocar alguno de los grandes temas del Country, sólo que desde su propio ángulo. Como el respeto por la madre, a la que agradece que le diera la vida, pero a la que pide que quiera a sus tres esposas tanto como a él mismo en “Wives of Three”. Nos habla de camiones, pero para remarcar que no los hay en el cielo porque los ángeles ya tienen alas, y son los demonios quienes los conducen en “There Ain’t no Diesel Trucks in Heaven”. Dedica una canción a una atractiva chica de nombre “Liza”, sólo que ésta mata a tiros al hombre que intenta violarla y, a continuación, roba el botín de una banda de delincuentes a punta de pistola. También tiene un recuerdo para sus influencias, que centra en Johnny Cash y Hank Williams, mientras invita a su principal referente, Hank Williams III, a cantar juntos en “All My Friends”.
Las giras de Bob Wayne duran prácticamente 365 días al año. Así se entiende que en la despedida del disco exprese como última voluntad “Spread my Ashes on the Highway” (“Esparcid mis Cenizas en la Carretera”)... porque es su sitio favorito. Mientras que como homenaje a su recuerdo nos pide:“fumad hierba e iros de putas (...) conducid deprisa y disparad a los policías (...) dejad el trabajo y salid a la carretera. / Ved mundo y divertiros”. No será por actitud y mantenerse en el lado de lo políticamente incorrecto.
Se podrían aplicar muchos calificativos a Bob Wayne y, por extensión, a Till the Wheels Fall Off. Yo me quedo con auténtico.
Comentarios
Sin duda. Viendo actuaciones de Bob Wayne en internet he pillado una en la que explica, como introducción a “Fuck the Law”, la siguiente anécdota:
Dice que le encanta tocar en Europa porque no tiene problemas con el vocabulario "poco correcto" que utiliza. Como sí que le pasó en Canadá, donde le prohibieron dar un concierto. Ni corto ni perzosos se subió a su furgoneta, se fue hasta la frontera y, desde el otro lado, subido al techo de la furgo, dio el concierto de forma ilegal... lo que le inspiró para la composición de su canción “Fuck the Law”.
No me imagino a los niños/as bonitos/as de Nashville con esos problemas y, por supuesto mucho menos, aplicando esas soluciones.