En este segundo volumen de las Truckin’ Sessions que tuvieron su primera edición en 1998, los seguidores de la música de Dale Watson no se sentirán defraudados. Los catorce cortes llevan la firma del propio Watson, más propenso a dejar las versiones para sus directos. De todas formas sí que encontraremos un par de sorpresas.

La primera, el instrumental “10-4”, en el que contar con la colaboración de un virtuoso de la guitarra como Redd Volkaert ya es una garantía de éxito, junto a los no menos destacables Don Raby (Fiddle), Don Don Pawlak (Pedal Steel Guitar), Gene Kurtz (bajo) y David Bowen (batería), construyen un tema en el que ponen de manifiesto sus credenciales firmemente enraizados en el Honky Tonk al estilo Bakersfield y el Western Swing. La base del sonido de Dale Watson… y de la Trucker music, que es de lo que va esto.

La segunda es la inclusión de algunas canciones que ya han aparecido en anteriores trabajos de Watson, aunque grabadas de nuevo y refrescadas. Temas que se mantienen en nuestros oídos convertidos en clásicos contemporáneos como “Texas Boogie”, “Truckin’ Man”, “Truckstop in Lagrange”, “Truckin’ Queen”, “No Help Wanted”, “Jack’s Truck Stop & Café” o “Hey Driver”, recogidas de algunos de sus discos entre aquel Cheatin’ Heart Attack de 1995 y el más reciente Heaaah!! de 2005. Una buena manera de que aquellos que han accedido a la música de Watson recientemente se acerquen a algunos de sus primeros temas.

Entre las nuevas composiciones encontramos “Drag’n’Fly”, con el que arranca el CD, animado y divertido, tanto como parece estar el propio Watson al cantarlo y los músicos en los solos que nos ofrecen. Es esa una sensación que no nos va a abandonar prácticamente en ningún momento mientras el disco sigue girando en el reproductor, acompañados por camareras que se convierten en camioneras (“Yankee Doodle Jean”), camioneros que se visten de mujeres (“Truckin’ Queen”) y una larga lista de personajes que pueblan las carreteras.

De todas formas no puede haber disco de Trucker music sin momentos de melancolía, y es que en ocasiones la carretera se hace demasiado larga, como “Hero”, la historia de un héroe anónimo que salva vidas, simplemente por conducir con prudencia su camión de dieciséis toneladas, y “Let this Trucker Go”.

Como excepcional exponente del estilo que le da título es éste un disco que retrata personajes, historias, lugares, rutas y paisajes. Real como la vida misma. Como la música de Dale Watson, Real Country Music hasta la médula.

El debut de Michael Peterson con Reprise consiguió ser certificado oro y colocó cinco singles en las listas de éxitos, incluyendo el que se convertiría en su mayor éxito “From Here to Eternity”, una balada romántica escrita por él mismo junto al productor del disco Robert Ellis Orrall, que alcanzaría el número uno.

Que ya en el año 1997 algo había cambiado en Nashville hacia los mensajes positivos lo pueban dos de las 'drinkin’ songs' del disco: “Drink, Swear, Steal & Lie” (número tres en listas), donde lo que solía ser un refugio, algo divertido… o donde ahogar las miserias, se convierte en la excusa para un mensaje moralizador y romántico. Por su parte la triste “When the Bartender Cries” (número 37) convierte una línea realmente brillante “you know you’re in trouble, when the bartender cries” (sabes que tienes un problema cuando el camarero llora), en el motivo para convertirse en abstemio. Para compensar, el muy destacable dúo con Travis Tritt “I Finally Passed the Bar” habla de fiestas y de beber hasta el fondo del vaso… sólo para acabar prefiriendo abandonarlas a cambio de la gratificación de conseguir la graduación. Lo cierto es que, a pesar de que Peterson es un buen intérprete y que la canción está entre las mejores del disco, Tritt se lo come.

Las otras dos entradas en listas corresponden a “Too Good to Be True”, un alegre y saltarín tema que llegara al número ocho y “By the Book”, también escrito junto a Orrall, que se quedó en el diecinueve, donde a un ritmo que, ocasionalmente, apunta a una marcha nupcial enumera los errores que le han llevado a perder a la que fuera su mujer.

El resto de cortes mantienen la tónica de los mencionados, balanceando el disco entre canciones animadas como “Lost in the Shuffle”, en la que Peterson nos invita a bailar tanto Two Step' como 'Line Dance', la divertida y ligera “Love’s Great”, y dejando tiempo para baladas como “That’s What They Said About the Buffalo”, “Since I Thought I Knew it All” y la realmente hermosa “For a Song”.

Pese a algunas debilidades en la producción y la composición, aunque no deja de ser remarcable que Peterson ponga su firma junto a destacados compositores a diez de los once cortes, éste fue el prometedor debut de un artista que nos ofrece un disco acorde con la tendencia dominante en la producción de la factoría de Nashville a mediados de la década de los noventa.