Dallas Wayne - I’ll Take the Fifth (2009)
En el momento actual de la música Country a menudo utilizamos palabras como tradicional, clásico o incluso Honky Tonk para referirnos a cualquier artista que mantenga una mínima conexión con la larga tradición del estilo. Enfrentarnos a I’ll Take the Fifth de Dallas Wayne nos hace darnos cuenta de cuán a la ligera aplicamos esos calificativos en ocasiones.
La voz de Wayne cumple con los parámetros más exigentes de cualquier seguidor de esos grandes nombres que no hace falta ni citar, recordando ocasionalmente a George Strait o John Anderson como referencias más cercanas. La interpretación es magistral. La instrumentación impecable. Las composiciones están, por lo menos, al mismo nivel y todas llevan la firma del propio Dallas Wayne, aunque algunas hayan sido recuperadas de anteriores trabajos para ser reinterpretadas de nuevo y mejoradas aquí. Por último la producción simplemente al servicio de que todas esas características se hagan todavía más evidentes.
¿Por dónde empezar a destacar algo de un trabajo al que resulta imposible encontrar fisuras? Citar a Bobby Flores (fiddle) y Redd Volkaert (guitarra eléctrica) como participantes en el mismo confirma que lo mejor de la escena musical de Austin está presente. La inclusión en algunos temas de Joel Guzman al acordeón aporta un toque fronterizo que enriquece el álbum, como “I’m Gonna Break Some Promises Tonight”, en el que el protagonismo instrumental está compartido con la steel.
El corte con el que arrancamos, “All Dressed Up (With No Place to Go)”, es un animado y alegre Western Swing que ya pone, de entrada, el listón muy alto. El tema más movido del disco es “Fixin’ To Fall”, de nuevo con protagonismo compartido con el acordeón, que no desmerece al orgulloso corte que da título al álbum, “I’ll Take the Fifth”. Si en la parte uptempo hubiera que escoger un solo tema éste sería el impresionante dúo con Sunny Sweeney “Straigten Up (And Lie Right)”, imposible quedarse quieto escuchando esta canción.
La letra de “Invisible Man” destila amargura, tristeza, acaba con un “donde las dan las toman” y sin embargo su principal ingrediente es el buen humor, una composición de gran envergadura. Ante la ruptura con la pareja el protagonista se convertirá en el hombre invisible… porque haber convivido con la parte contraria le cualifica perfectamente para ello pues lleva mucho tiempo aprendiendo a ser transparente.
Pero si hay algo que brilla especialmente son las baladas, y sobre todas ellas, “Not a Dry Eye in the House”. Tremenda. Comparte el momento álgido del disco con el medio tiempo “If These Walls Could Cry”. También grandes, aunque es difícil alcanzar la perfección de las anteriores “God Only Knows”, “I Never Did Like Plains” o las amenazadoras “In No Time At All” o “Something Inside”, enfrentarse a alguien que utilice el tono de voz con el que canta Wayne en este último tema hace recular a cualquiera.
Uno de esos raros discos que, ya desde la primera escucha, estás deseando que acabe… para volver a escucharlo entero una y otra vez. Para amantes del Real Country. Con muy pocas concesiones.
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