Cowboy Jack Clement - Guess Things Happen that Way (2004)
El legendario autor y productor nos ofrece su primer disco desde 1978. Pocas veces escuchar un solo disco permite recorrer 50 años de historia musical. Esta es una de esas raras ocasiones.
Nacido en Memphis en 1931, Cowboy Jack Clement sólo ha editado dos discos en su vida All I Want To Do In Life en 1978 y este Guess Things Happen That Way, en 2004. Aquí Clement, cuyo principal reconocimiento proviene de las canciones que ha firmado y los discos que ha producido, repasa su historia desde que en 1956 empezara a trabajar con Sam Phillips como ayudante de producción en la mítica Sun Records de Memphis. De aquella época data “It’ll Be Me”, firmada por Clement, que Jerry Lee Lewis (al que había descubierto) convirtiera en éxito y que está incluida en este disco, según nos dice el autor porque “he intentado cantarla desde que Jerry Lee la grabó en 1957, dado que no lo hizo como yo quería”. A sus labores de producción también debemos “Whole Lotta Shakin’ Goin’ On”, así como grabaciones realizadas en la Sun por Charlie Rich, Billy Lee Riley, Roy Orbison o Johnny Cash.
Precisamente la sombra del Hombre de Negro también llega a este disco, una gran amistad les unía, y en las versiones de “Guess Things Happen that Way” y “Ballad of a Teenage Queen” (de las que Clement también es autor) que incluye en el CD, Johnny Cash nos deja escuchar su voz, en la que sería su última sesión juntos. Según “Cowboy” Jack, cuando grabaron “Guess Things…” en 1957, pretendía hacerlo en un ritmo cercano al Calypso o a la Rumba, pero Johnny lo hizo a su manera. En la nueva grabación por fin se sacó la espina y lo pudo hacer como siempre quiso. Para la sesión tuvieron que habilitar un micrófono en la planta baja de su oficina, dado que Johnny Cash no podía subir las escaleras que conducían al estudio. Para Clement volver a grabar con su amigo fue un adecuado final para una relación que se alargaba a cerca de 50 años. “Era un hombre maravilloso, maravilloso”, dice Jack, “pienso en él todos los días”.
Después de dejar la Sun, despedido debido a una bronca con Sam Phillips como consecuencia de una borrachera, se trasladó a Nashville, donde trabajaría con Chet Atkins en la RCA durante año y medio, para después fundar varias compañías de edición de canciones y estudios de grabación. En 1965 rompió las barreras de raza, pues descubrió a Charley Pride, produciendo, a partir de 1966 y en poco más de seis años, sus primeros veinte discos, lanzándole a la que sería una exitosa carrera.
El álbum que nos ocupa incluye una combinación de clásicos y nuevos temas firmados por él mismo junto a versiones de canciones de amigos a los que ha conocido a lo largo de su vida. Como por ejemplo “No Expectations” de Keith Richards y Mick Jagger, con la que abre el disco a buen ritmo, alimentada por los teclados de Derrick Lee y una sección de metales que le da un cierto aire de swing. Aunque conocía la versión de los Stones desde hacía relativamente poco tiempo fue él quien le enseñó el tema a Johnny Cash, que también acabaría grabándolo. Su conexión con estilos ajenos al Country va mucho más allá, pues consiguió colocar su nombre con letras doradas en la historia del Rock al ser reclamado por U2 para que produjera Rattle & Hum en los estudios Sun. Animado por algunos amigos dijo que sí sin ni siquiera conocer al grupo, extendiendo así su influencia como productor hasta los años 90.
Con semejante curriculum no le ha costado mucho rodearse de amigos, que evidentemente son grandes músicos, para este disco. Así nos encontramos, entre muchos otros, a Shawn Camp, guitarra y voces, o Ronnie McCoury, también guitarra y mandolina, junto a Tim O’Brien, y nada menos que a los Jordanaires en los coros. En el disco también incluye un recuerdo a otro de sus amigos, Waylon Jennings, con “Dreaming my Dreams with You”, que diera título al álbum de Waylon Dreaming my Dreams, considerado pieza fundamental del movimiento Outlaw, desde que en 1975 Clement lo produjo y se convirtiera en el primer disco de Waylon que vendería un millón de copias, a pesar de (o gracias a) los seis meses de discusiones que les costó. Sobre la forma en que se conocieron explica “sabía de Waylon incluso antes de que llegara a Nashville, gracias a unas cintas que me había dejado Bobby Bare… y me gustaba. Me lo encontré seis meses después en una sesión de Johnny Cash. Pensó que lo miraba de forma irónica. Él se fue hacia Johnny y le dijo, ‘si ese tipo me mira de esa manera otra vez le voy a tener que pegar’. Tuvimos nuestras diferencias con los años, pero para mí siempre será el rey de los cowboys”.
Como él mismo explica “empecé con alguien que era un experimentador, así es que me convertí en un experimentador”, espíritu que le inculcó Sam Phillips cuando le decía, “sé salvaje, vuélvete loco, hazlo mal”, pero nunca consejos para intentar sonar como otro. El álbum le ha llevado, literalmente, 25 años acabarlo, dado que durante ese tiempo ha estado dando vueltas a las canciones, grabándolas, regrabándolas y probando nuevas instrumentaciones. Su espíritu innovador se explica con su facilidad para incluir acordeones junto con un ukelele, compartiendo tema con una steel-guitar y una sección de metales. Un desafío que lleva a cabo desde hace mucho tiempo, desde que se le ocurrió añadir una trompeta mariachi al “Ring of Fire” de Johnny Cash.
La parte original del disco incluye “There Ain’t a Tune” que nos transporta a otros tiempos, en los que el Country sonaba diferente, sencillo, como la letra de la canción y, como aconseja a otros escritores, “no hay nada malo en los valses si se graban bien”. “S-E-R-I-O-U-S-L-Y” es una balada Honky Tonk, donde los coros de los Jordanaires acompañan y subrayan cada línea de texto. “Every Place I’ve Been”, que mantiene un cierto ritmillo bluegrassero, está co-escrita con el, por aquel entonces, gobernador de Georgia Zell Miller. El título de “Trapped in an Old Country Song” no necesita demasiados comentarios para adivinar cómo va a sonar. Jack Clement también ha trabajado con gente como Townes Van Zandt, Louis Armstrong o Frankie Jankovic, el rey de la polka. Precisamente esta última referencia puede explicar la inclusión de “Drinking Carrot Juice”, en la que nos canta sobre las bondades del zumo de zanahoria, y se quedaría en un simplemente divertimento si no fuera porque Clement explica que un problema de “zanahorias” provocó el divorcio de su segunda esposa. “Leavin’ is the Lovin’ Thing (To Do)” tiene un sonido jazzy, acentuado por el saxo de Blue Jay Patten. El disco se cierra con “Off to Join the World”, firmada por Shawn Camp y Mark D.Sanders, donde el acordeón con el ritmo marcado por un trombón manda y nos transporta a un circo en el que discurre una curiosa historia de desamor.
Quizá no sea un disco fundamental para ninguna discografía, no hay nada que sobresalga mucho del resto, pero tampoco sobra nada. Sin embargo resulta impagable el documento que supone disponer de las versiones que esta auténtica leyenda viva tenía en su cabeza cuando pretendía grabar esos temas que se han convertido en clásicos. Junto con el hecho de que aún es capaz de ofrecer música que suena fresca lo convierte en un buen disco que merece la pena conocer… y a partir del cual indagar en la historia de esta figura crucial de la historia de la música popular. Como él mismo dice “una buena canción mejora con el tiempo”, no cabe duda que su huella está impresa en infinidad de buenas canciones, algunas de las cuales encontramos en este disco tal y como su autor las imaginó.
Comentarios
Estaba escrito desde bastante antes de colgarlo. Creo recordar que la principal fuente fueron las propias notas incluidas en el CD.
Hasta siempre Cowboy Jack Clement